domingo, 30 de noviembre de 2014

Los españoles somos todos iguales

El Tribunal Constitucional estableció que el título de nobleza se halla desprovisto hoy de todo contenido jurídico-material en nuestro ordenamiento, más allá del derecho a usar un “nomen honoris”. El significado del título sólo es simbólico. 

Por sentencia 126/1997, de 3 de julio, del Tribunal Constitucional sobre la igualdad jurídica del hombre y la mujer para ostentar títulos nobiliarios, en su fundamento 12, se reitera que el título de nobleza se halla desprovisto hoy de todo contenido jurídico-material en nuestro ordenamiento, más allá del derecho a usar un “nomen honoris”. Y añade que el significado del título no es material, sino simbólico.

Y esa idea
–qué no sé de dónde se sacan algunos expertos en Protocolo- de que los “Grandes de España”, que no figuran en el Ordenamiento Oficial de Precedencias, de que se deben situar junto a los secretarios de Estado, conviene recordar:

1º. Como queda dicho los españoles somos iguales. Los títulos nobiliarios no dan precedencia en nada. Son simbólicos.
2º. No pocos, fueron adquiridos por compra, no otorgados. O como en el caso del ducado de Alba una curiosa peripecia del destino.
3º. En  España no existe Corte, ni Protocolo de Corte.
4º. Lamentablemente, cuando se suprimen los señoríos jurisdiccionales, el Estado no se apropió de los bienes que ostenta, con un régimen fiscal privilegiado.
5º. Lo primero que hace le República es clausurar el Registro de la Nobleza. Ya se ha hecho y se volverá a hacer.

Sobre este asunto, la profesora María del Mar Felices de la Universidad de Almería, es autora de un trabajo excelente sobre “la venta privada de títulos nobiliarios durante los reinados de Felipe V y Fernando VI (1701-1759”, donde escribe:

“Durante el siglo XVIII, existieron diversas vías que permitieron, mediante el pago de una cuantía determinada, el acceso a la nobleza titulada de numerosos individuos con sólidos capitales, pero con oscuros orígenes en algunos casos2. Una de las fórmulas más empleadas fue la venta directa desde la Corte, donde se dispensaron honores nobiliarios tras efectuar un ingreso previo en las tesorerías de Madrid o Indias. Otra vía de enajenación fue la obtención de un título nobiliario a cambio de renunciar a deudas que se tuvieran contra la Real Hacienda. Esto sucedió, por ejemplo, en el caso de algunos prestamistas y asentistas que habían facilitado dinero a la Corona, o de personas a las que se les debían sueldos atrasados.
Esta fórmula implicaba igualmente la compra del honor, ya que a fin de cuentas el particular cedía un monto de dinero determinado a cambio de un título.
Los virreyes y gobernadores de Indias también fueron comisionados en diversas ocasiones para beneficiar estos honores en aquellos territorios donde existía una gran acumulación de capital y donde la búsqueda del prestigio y el reconocimiento social era mayor. Asimismo, los títulos nobiliarios fueron enajenados a través de instituciones religiosas, conventos y monasterios, una vía que comenzó a desarrollarse en el siglo XVII y que se intensificó en las décadas sucesivas, de modo que para mediados del siglo XVIII se convirtió en una de las más activad”.

Alfonso Guerra quiso evitar que las Armas de la Casa de Francia se colocaran sobre las de España en el escudo oficial

Algunos de los secretos de la Transición, cuando se fraguaron aspectos esenciales de la configuración de la monarquía parlamentaria, se van conociendo en la medida que se publican relatos y memorias de personajes de aquel tiempo. Esos datos aparecen a veces perdidos, como el hecho de que don Juan quiso, tras su renuncia al trono que le dieran el tratamiento de Rey, o lo que es mejor, que Alfonso Guerra quiso evitar que las armas de los Borbones figurasen en el Escudo Nacional.

Ambas cosas las revela Manuel Soriano en su exitosa biografía del que fuera Jefe de la Casa Real Sabino Fernández Campo, que tantos secretos se llevó con él, pero que no pudo evitar que con el tiempo trascendieran algunas importantes confidencias

Ley 33/1981, de 5 de octubre, del Escudo de España, tras describir las Armas de la Nación en su artículo primero, como ahora se conocen, dice en su artículo segundo “El Escudo de España, tal como se describe en el artículo anterior, lleva escusón de azur o azul, tres lises de oro, puestas dos y una, la bordura lisa, de gules o rojo, propio de la dinastía reinante”. Dice “escusón .o escudo pequeño- no dice “rosetón “, como ahora figura.

Para diferenciar a los Borbones españoles de su casa mayor de Francia, se rodea las flores de lis con un cerco rojo. Pero como saben, en la camiseta de la Selección Nacional de Fútbol no se dieron cuenta y las lises de la Casa de Francia campean con todo su esplendor.

En la magnífica obra del Instituto de Estudios Políticos y Constitucionales sobre los “Símbolos de España”, además de subrayar que, conforme las leyes heráldicas otro debería ser el diseño del Escudo de España y no el oficialmente en vigor, se alude a la discusión parlamentaria previa a la aprobación del Escudo. Y en este sentido se indica que fue Joaquín Satrústegui quien propuso incluir en el Escudo Nacional el escusón con las armas de los Borbones.

No fue posible, como parecía lógico diferenciar las armas de la nación de las del Rey. Sobre todo si te tiene en cuenta que la soberanía de la nación reside en el pueblo español, no en el monarca, que no es propiamente soberano, sino jefe de Estado.

Como el PSOE no insistió, pese a la advertencia de Alfonso Guerra,  las cosas quedaron del modo conocido, con un escudo nacional que es en sí mismo una birria. Y que, incluidas las armas de la Casa de Francia, debería ser bien diferente del actual, según los expertos. En todo caso, llegada la República lo primero en apear el escudo serán las lises de Francia, el segado de coronas y la colocación de la corona mural. Compárese el diseño actual con el que debería ser, en todo caso, conforme el citado estudio heráldico del Instituto de Estudios Políticos y Constitucionales.

Siempre me he preguntado qué pensaría Fernando el Católico o Carlos I si vieran en qué ha parado el más expresivo símbolo del Reino de España, que tuve a francés por repetido enemigo.



Los ridículos gestos de modernización de la Casa Real

En los últimos días, la Casa Real ha evacuado una serie de contradictorias noticias, que por un lado presenta como novedades cosas viejas y por otro contradicen la propia esencia y condición de la institución. Es una especie de adaptación camaleónica, que sin variar lo esencial de la Corona ofrezca una falsa sensación de modernidad.

El 27 de noviembre, la agencia Efe distribuía un telegrama dando cuenta de que “Don Felipe ha dispuesto que frente a la entrada principal de las dependencias de la Casa del Rey en la Zarzuela ondee permanentemente una bandera de España, que sustituye desde esta semana a la que era izada y arriada a diario en el puesto de guardia del palacio”.

¿Novedad? Nueva bandera? ¿Acaso la han cambiado? Ninguna, un simple cambio de ubicación del mástil. Se cambia del puesto de guardia del Palacio a la entrada principal. Lo realmente raro es lo que sigue: “El Rey ha dispuesto que se celebren cuatro ceremonias al año de arriado e izado" de esta bandera por la Guardia Real, que coincidirán con el 6 de enero como día de la Pascual Militar, el 19 de junio por ser el de su proclamación como Monarca, el 12 de octubre con ocasión de la Fiesta Nacional y el 6 de diciembre al ser el día de la Constitución”.

Parece indecoroso que la Casa Real pretenda vendernos como gran novedad para disfrazar, a mi entender, una grave reducción ceremonial de un acto esencial: el izado y arriado de la bandera y los honores a los caídos. Según la tradición y la ordenanza, la bandera debe ser izada y arriada en todas las dependencias militares y buques de la Armada a la amanecida y a la puesta del sol, respectivamente, con determinados honores, a los que se añade al arriado el homenaje a los caídos.

Cuando el Don Manuel Azaña visitó Francia quedó admirado de que el primer acto del día escolar en el país vecino en la Escuela pública, fuera el izado de la bandera y el canto de la Marsellesa. De suerte que escribió que cuando nosotros tomásemos esa misma costumbre, España sería en verdad una nación.

En el Palacio Real, la enseña nacional ha estado permanentemente izada junto con los estandartes reales en su caso, en todo momento o cuando el Rey se halla en Palacio.
Decir que a partir de ahora la bandera estará izada permanentemente no es novedad alguna. Si solo se va a izar y arriar con honores en cuatro fechas indicativas, ¿qué pasará el resto de los días? En contra de nuestros usos y tradiciones, ¿la bandera estará a pico todo el año, hasta que se caiga de vieja?

Otra curiosidad “de Su Majestad Católica”, una de las advocaciones del Rey de España, es la pretendida modernidad de alejarse de la religión, en apariencia. Felipe es sucesor del heredero del general Franco, quien dejó claro que la monarquía por el instituida “no debía nada al pasado” (discurso de Franco a las Cortes al proponer a su sucesor en julio de 1969)  Y que “para ejercer la Jefatura del Estado como Rey o Regente se requerirá  ser varón y español, haber cumplido la edad de treinta años, profesar la religión católica (entre otras condiciones artículo 9 de la Ley de Sucesión de 1947). Y me dirán con razón, pero todo eso está fuera de lugar porque está sustituido por la Constitución. Entonces, ¿por qué nuestro texto fundamental recoge prácticamente íntegro el  Artículo 11 de la Ley de Sucesión de Franco, estableciendo la discriminación de la mujer con respecto al varón y manteniendo las condiciones esenciales para ser sucesor que dejaron preterida a Elene frente a Felipe?:

Está claro que el Estado es “aconfesional”, pero que la Monarquía, cuyo símbolo está coronado por la cruz, es Católica.  Ahora resulta que en las invitaciones oficiales de la Casa Real se ha suprimido del encabezamiento la fórmula tradicional. Detrás de  “Su Majestad el Rey”, entre paréntesis la expresión (que Dios guarde)” o, en algunos casos, simplemente, (q. D. g). Los turiferarios alabas estos cambios como grandes novedades, ¿novedades de qué? La verdad es no cambian para nada los aspectos esenciales de la institución.

Son tan modernos en la Casa Real que ignoran la Constitución y convierten la sexualidad privada de unas personas “en un colectivo”. ¡Vaya metedura de pata que ha ofendido a muchos ciudadanos! Las recepciones de la Casa Real prometen ser singulares en la medida que se convoque a los ciudadanos no por lo que son, por lo que representan, sino como diría el Premio Nobel Camilo José Cela, por sus preferencias íntimas.

Un gesto de modernidad hubiera sido que Felipe hubiera jurado la Constitución –acto civil- de chaqué como cuando lo hizo como Príncipe de Asturias. Y fue un error y un mensaje equívoco, que previamente a su proclamación como Rey le impusieran la faja de general, rodeado de autoridades militares. ¿Ese es el mensaje que se quiso dar a los españoles…?: Esto sí que es importante, y no andar a vueltas con el mástil de la bandera, quitando un uso formulario de una tarjeta de invitación o invitando a las recepciones a los ciudadanos agrupados por sus apetencias sexuales y no por lo que son por sí mismos.


Como dijo Giuliano Ferrero, “la monarquía precisa ser, para subsistir, una gran ficción