domingo, 30 de noviembre de 2014

Los ridículos gestos de modernización de la Casa Real

En los últimos días, la Casa Real ha evacuado una serie de contradictorias noticias, que por un lado presenta como novedades cosas viejas y por otro contradicen la propia esencia y condición de la institución. Es una especie de adaptación camaleónica, que sin variar lo esencial de la Corona ofrezca una falsa sensación de modernidad.

El 27 de noviembre, la agencia Efe distribuía un telegrama dando cuenta de que “Don Felipe ha dispuesto que frente a la entrada principal de las dependencias de la Casa del Rey en la Zarzuela ondee permanentemente una bandera de España, que sustituye desde esta semana a la que era izada y arriada a diario en el puesto de guardia del palacio”.

¿Novedad? Nueva bandera? ¿Acaso la han cambiado? Ninguna, un simple cambio de ubicación del mástil. Se cambia del puesto de guardia del Palacio a la entrada principal. Lo realmente raro es lo que sigue: “El Rey ha dispuesto que se celebren cuatro ceremonias al año de arriado e izado" de esta bandera por la Guardia Real, que coincidirán con el 6 de enero como día de la Pascual Militar, el 19 de junio por ser el de su proclamación como Monarca, el 12 de octubre con ocasión de la Fiesta Nacional y el 6 de diciembre al ser el día de la Constitución”.

Parece indecoroso que la Casa Real pretenda vendernos como gran novedad para disfrazar, a mi entender, una grave reducción ceremonial de un acto esencial: el izado y arriado de la bandera y los honores a los caídos. Según la tradición y la ordenanza, la bandera debe ser izada y arriada en todas las dependencias militares y buques de la Armada a la amanecida y a la puesta del sol, respectivamente, con determinados honores, a los que se añade al arriado el homenaje a los caídos.

Cuando el Don Manuel Azaña visitó Francia quedó admirado de que el primer acto del día escolar en el país vecino en la Escuela pública, fuera el izado de la bandera y el canto de la Marsellesa. De suerte que escribió que cuando nosotros tomásemos esa misma costumbre, España sería en verdad una nación.

En el Palacio Real, la enseña nacional ha estado permanentemente izada junto con los estandartes reales en su caso, en todo momento o cuando el Rey se halla en Palacio.
Decir que a partir de ahora la bandera estará izada permanentemente no es novedad alguna. Si solo se va a izar y arriar con honores en cuatro fechas indicativas, ¿qué pasará el resto de los días? En contra de nuestros usos y tradiciones, ¿la bandera estará a pico todo el año, hasta que se caiga de vieja?

Otra curiosidad “de Su Majestad Católica”, una de las advocaciones del Rey de España, es la pretendida modernidad de alejarse de la religión, en apariencia. Felipe es sucesor del heredero del general Franco, quien dejó claro que la monarquía por el instituida “no debía nada al pasado” (discurso de Franco a las Cortes al proponer a su sucesor en julio de 1969)  Y que “para ejercer la Jefatura del Estado como Rey o Regente se requerirá  ser varón y español, haber cumplido la edad de treinta años, profesar la religión católica (entre otras condiciones artículo 9 de la Ley de Sucesión de 1947). Y me dirán con razón, pero todo eso está fuera de lugar porque está sustituido por la Constitución. Entonces, ¿por qué nuestro texto fundamental recoge prácticamente íntegro el  Artículo 11 de la Ley de Sucesión de Franco, estableciendo la discriminación de la mujer con respecto al varón y manteniendo las condiciones esenciales para ser sucesor que dejaron preterida a Elene frente a Felipe?:

Está claro que el Estado es “aconfesional”, pero que la Monarquía, cuyo símbolo está coronado por la cruz, es Católica.  Ahora resulta que en las invitaciones oficiales de la Casa Real se ha suprimido del encabezamiento la fórmula tradicional. Detrás de  “Su Majestad el Rey”, entre paréntesis la expresión (que Dios guarde)” o, en algunos casos, simplemente, (q. D. g). Los turiferarios alabas estos cambios como grandes novedades, ¿novedades de qué? La verdad es no cambian para nada los aspectos esenciales de la institución.

Son tan modernos en la Casa Real que ignoran la Constitución y convierten la sexualidad privada de unas personas “en un colectivo”. ¡Vaya metedura de pata que ha ofendido a muchos ciudadanos! Las recepciones de la Casa Real prometen ser singulares en la medida que se convoque a los ciudadanos no por lo que son, por lo que representan, sino como diría el Premio Nobel Camilo José Cela, por sus preferencias íntimas.

Un gesto de modernidad hubiera sido que Felipe hubiera jurado la Constitución –acto civil- de chaqué como cuando lo hizo como Príncipe de Asturias. Y fue un error y un mensaje equívoco, que previamente a su proclamación como Rey le impusieran la faja de general, rodeado de autoridades militares. ¿Ese es el mensaje que se quiso dar a los españoles…?: Esto sí que es importante, y no andar a vueltas con el mástil de la bandera, quitando un uso formulario de una tarjeta de invitación o invitando a las recepciones a los ciudadanos agrupados por sus apetencias sexuales y no por lo que son por sí mismos.


Como dijo Giuliano Ferrero, “la monarquía precisa ser, para subsistir, una gran ficción

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